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Mi experiencia en Internado Laura Vicuña

Los días que viví, en la comunidad de Matagallinas, Oaxaca, estuvieron llenos de mucha riqueza que me hizo nutrirme del amor de Dios, por medio de con quienes con pude convivir.

El estar en una comunidad de misión como lo es el Internado Laura Vicuña, con chicas de secundaria, me parecía una tarea que implicaba mucha entrega y eso es de lo que me percate participando del trabajo que las sores hacen. Me admiró, darme cuenta de que el amor a Dios es lo que da motor para manifestar por medio de la asistencia, el juego, la oración y cada momento del día, el amor a los jóvenes.

Las chicas me enseñaron mucho con sus actitudes de servicio, en el momento de estudiar y sus dones; en la música, el deporte, las manualidades y lo que a cada una Dios les ha concedido.

Su sencillez al orar y al platicar me hacía ver su sinceridad, las preguntas que me hacían acerca del llamado que he sentido por Dios para ser religiosa me hacía confrontarme con mi deseo vocacional.

Además de la labor de las sores, también pude conocer a dos voluntarias que hay. Verlas dar lo mejor de ellas para las niñas, a pesar del cansancio o momentos difíciles que pudieran tener, me hizo reforzar la importancia de estar enraizada en Dios para que cualquier cosa, tenga sentido en Él.

La obra de Matagallinas, la integran las salesianas de MMO y los salesianos de MEM, a los cuales me dio mucho gusto conocer y vivir el espíritu de familia, característico del carisma.

Esta experiencia la viví junto con mis dos compañeras postulantes, lo que me hizo fortalecer los lazos con ellas, poder conocerlas más, manifestar y recibir el apoyo que forma parte del vivir en comunión.


Cada día quedaba muy cansada pero con el corazón agradecido con Dios y termine la experiencia disfrutando de la alegría que viene de Dios y que me hace ver la necesidad de prepararme para entregarme, de saber que cada cosa que hago, lo que aprendo y vivo, es gracias a Él.


Dios me pide ponerme al servicio de los demás. No es fácil, cuesta trabajo, pero vale la pena buscar ser testigo del amor de Dios a los demás, aun en la más pequeña acción.


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