Mi experiencia en Oaxaca
¡Viva Jesús…! Con gusto les comparto que estoy muy contenta y agradecida con Dios por haber tenido esta oportunidad de estar por dos semanas en la bella comunidad de Matagallinas, Oaxaca.
Con esta experiencia vivida sigo experimentando el gran amor de Dios, al saber que siempre cumple sus promesas y escucha los anhelos más profundos del corazón, por que digo esto, antes de llegar a la casa de formación, tenía el deseo de hacer un voluntariado y precisamente mi opción era Matagallinas, pero confrontándolo con Dios en la oración y mi discernimiento opte por empezar más de lleno mi proceso vocacional, sin embargo, el anhelo seguía presente, es un poco difícil de explicar, pero tenía cierta certeza de que algún día estaría ahí, claro siempre ofrecido a la voluntad de Dios.
Pasando de lleno a mi experiencia en la comunidad, por el hecho de ser obra de misión, me hace sentir muy feliz, pues me ha ayudado para seguir identificando con el espíritu misionero que por naturaleza tiene el Instituto, realmente me emociona y me impulsa mucho el hecho de visualizarme misionera de tiempo completo (como lo pude ver con las sores de la comunidad), que aunque definitivamente no es fácil, es algo que hace vibrar mi corazón.
Sin duda alguna el constatar la obra de Dios en esta comunidad, me ha ayudado en gran medida a seguir purificando mis motivaciones vocacionales. El hecho de estar de tiempo completo con las internas, me hacen cuestionarme acerca de mi vida y vocación, y a la vez confrontarme al compartir con ellas, sus metas, sueños, aspiraciones e inquietudes vocacionales, me ha dado mucha esperanza de seguir por este camino de amor a la juventud a ejemplo de Don Bosco y Madre Mazzarello.
Durante el día compartíamos en diversos momentos: la misa, oraciones, recreo (patio), comidas, fiestas, paseos, convivencias, estudio; hasta las tradiciones que ahí se viven, varios de estos momentos también compartidos con nuestros hermanos salesianos, internos y voluntarios, lo cual hizo más rica y diversa esta experiencia.
Todo fue una aventura, la cual la puedo resumir con la frase: “Entrega por completo, porque nunca es suficiente cuando se trata del Amor”
No me queda más que seguir agradeciendo como ya lo hice al inicio a Dios por esta oportunidad, a la inspectoría (junto con todas las sores que nos acompañan con la oración) y a la casa de formación por todo su apoyo.
De igual manera me sigo encomendando a sus oraciones y cuentan con las mías siempre.