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Mi experiencia en San Luis

Del 15 al 28 de enero, 2017 Vivimos, mi compañera Dinora y yo, la semana con 10 grados menos que en Guadalajara, así que ese era ya el primer indicio de que “adaptación” sería una de mis palabras favoritas.

Después fui conociendo a la comunidad de hermanas y a la comunidad educativa, los horarios y las tareas por realizar.

Concretamente mi participación en el colegió fue en el área de secundaria. Por la mañana, después de las primeras oraciones, participé en la asistencia recibiendo a los muchachos, decir “Buenos días” entre el frio (3 a 8°C) del amanecer y el viento, se convertía en una tarea retadora, pero sin duda muy gustosa, pues pude compartir ese primer momento de encuentro con los muchachos para desear una buena jornada, animar a los que caminaban casi dormidos y alentar a los que cargaban sus “paracaídas” de mochilas.

Después participaba en la Eucaristía y el desayuno en comunidad y al terminar regresaba al colegio. Durante las horas de clase previas al receso, acudí a las sesiones de catequesis con algunos grupos. Por un lado, fue enriquecedor trabajar en equipo con las maestras, porque además de ser catequistas, son Salesianas Cooperadoras (SSCC) y fue para mí la oportunidad de confirmar la presencia del Espíritu de Familia.

Por otro lado, el estar ahí suscitaba en los adolescentes inquietud, así que muchos hacían preguntas como: ¿por qué quieres ser Sor? ¿qué hacías antes de ser aspirante?, y muchas otras en relación a mi historia vocacional, supuse que querían asegurarse de que estaban frente a una persona totalmente normal, así que compartí con alegría cómo Dios ha tejido los hilos para conducir mi vida.

Más tarde me unía al recreo para asistir y jugar.


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